Esta es una de las especies más emblemáticas del género Notocactus en nuestro territorio, y a consecuencia de su amplia distribución posee un gran número de variedades que han mutado generando pequeñas partcularidades en su población a consecuencia de las particulares características del microclima en que habitan. Tienen en común el color verde claro del tallo, sus espinas son numerosas, blandas, en su mayoría adosadas al cuerpo y de color rojizo-anaranjadas y posee una gran floración.
martes, 26 de junio de 2012
martes, 19 de junio de 2012
Flor Jardín oriental
Flor Los japoneses consideran que el mundo es tal y como la imaginación lo crea. No se distingue de uno mismo, de los sueños y la locura. El universo está en constante cambio, en continuo proceso de creación y destrucción, de vida y muerte. Nada es estático, nada permanece y así como las nubes cambian de forma y las estrellas el firmamento, así se mueven las montañas y los valles, aunque demasiado despacio para que lo aprecie el ojo humano. Según una tradición milenaria, dos grandes fuerzas opuestas se revelan en este proceso constante, el yin y el yang , representantes de cada polo sexual. Cada elemento del paisaje pertenece a una y tiene, por tanto, un atributo sexual. El paisaje ideal es el producto del equilibrio de ambas Unas complejísimas premisas filosóficas son la base del increible y sutil arte de la jardinería en Japón. Esta tradición se plasma en el sakuteiki, uno de los primeros manuales sobre jardinería escrito por Tachibana Toshituna (1028-1094). Se basa en el Feng Shui, arte universal de equilibrar y armonizar el flujo de energías naturales en el entorno para crear efectos beneficiosos en la vida de quien lo practica. De esta forma, si se disponían los objetos de una manera que no fuera la correcta, era un símbolo de mal presagio. El sintoísmo, por su parte, difundía la creencia de que el mundo está repleto de espíritus, y que estos habitan en las rocas, el agua o las plantas de tal forma que, para no desatar su cólera, se había de extremar el cuidado y las atenciones a estos elementos. Elementos naturales Estos jardines, despojados de toda suntuosidad, seducen por la sabia combinación de piedras, arbustos y arena, reflejando la sensibilidad de los japoneses y su amor a la naturaleza. El surco de agua que simula el recorrido de un río es altamente apreciado porque trae al jardín el sentimiento del valle, mientras que las rocas enterradas hasta más de la mitad de su volumen permiten lograr una mayor naturalidad de las montañas. Así, los jardines japoneses cumplen con la finalidad de servir como lugar de meditación donde el ser humano puede interpretar lo que presencia a su modo, concentrando la energía hacia el interior de su espíritu. En el mundo occidental, se intenta copiar esta forma de crear y cuidar el jardín. Sin embargo, la mera preocupación por lo estético que parecen tener estas réplicas no se tiene en su origen: en Japón, se huye del adorno fácil, tiene su origen en las creencias religiosas y busca una armonía mágica con el entorno y los elementos naturales. Las rocas son elementos con gran fuerza simbólica, por lo que la elección de la piedra ha de realizarse con sumo cuidado. Debe tener formas artísticas, aunque lo importante es saber aprovechar las ventajas naturales de la roca escogida usando, por ejemplo, las más planas en la confección de cascadas. En cuanto a la disposición de flores y plantas, no debe haber abundancia de canteros y motivos florales. La flor debe ser un toque de distinción, porque de lo contrario desviaría la atracción visual. Un jardín sobrio y visualmente panorámico es el secreto de la elegancia. La importancia del agua El agua es uno de los principales elementos en los jardines orientales, y debe dar la sensación de que brota de la vegetación. Los conocidos como 'sansui' eran unos jardines grandiosos que se podían recorrer en barca, surcando el agua del arroyo o de los lagos artificiales con islas . El estanque era el centro de atención, de forma que todo el diseño del jardín giraba a su alrededor y, aunque éste no se encontrase necesariamente en el medio, sí ocupaba un lugar privilegiado. En los lagos, tiene suma importancia el lugar por donde penetra el agua, normalmente en forma de cascada, que debe ser un punto de interés donde se centre la atención. Además, no es conveniente que pueda verse totalmente desde ningún punto del jardín. Las cascadas son otro de los elementos característicos de este tipo de jardines, ya que introducen el sonido y el movimiento en el diseño general, de forma complementaria a la del viento que mueve los árboles y el follaje. Y, por supuesto, también relacionados con el agua, están los puentes, siendo el más característico el constituido por una única laja de piedra o sustituyéndola por un material más barato y menos noble como la madera. Las islas sirven también para crear otros focos visuales de interés. También existen los jardines secos, que sustituyen el agua por la grava, marcando en ellas formas naturales, simulando arroyos, etc. Las piedras que sobresalen en grupos son, ni más ni menos, las islas donde reposan los elegidos en paz. Son las rocas las que cobran especial importancia y el concepto fundamental es el del equilibrio, equilibrio implícito, asimétrico de formas y esquemas, el equilibrio entre las formas y los colores, el agua y el follaje, entre lo vacío y lo lleno.
domingo, 17 de junio de 2012
Patio Abono para el Bonsái
Patio Carencias
En ocasiones pueden darse situaciones de carencia de uno o varios de estos elementos, pues es posible que no se encuentren en cantidad suficiente en el sustrato o que, por el motivo que sea, no resulten accesibles para la planta en ese momento. Las causas que pueden llevar a un elemento a no ser accesible para la planta son bastante variadas, pudiendo ir desde un PH inadecuado en el sustrato, hasta que la simple falta de otro elemento impida su correcta absorción.
En cualquier caso conviene estar siempre atento a los síntomas mostrados por la planta y actuar de inmediato aportando un extra del elemento problemático, o del conjunto de ellos, si no se desea poner en peligro el árbol.
Repasando la lista de elementos esenciales tomados del sustrato (los elementos obtenidos de la atmósfera no presentan estos inconvenientes pues siempre se encuentran disponibles), podemos clasificar las siguientes tipologías:
Nitrógeno:
El síntoma más evidente de una carencia de nitrógeno es una clorosis general por toda la planta, pero especialmente más acusada en las hojas viejas e inferiores. Por clorosis se entiende una falta de clorofila apreciable en unos tonos de verde mucho más claros en las hojas, llegando incluso a volverse completamente amarillas.
En los casos más graves las hojas amarillean para luego quemarse y caer. Las hojas jóvenes permanecen verdes más tiempo ya que todavía pueden obtener ciertas cantidades de nitrógeno procedentes de las hojas más viejas. También puede darse el caso en algunas especies de que aparezca una coloración púrpura como resultado de la acumulación de pigmentos de antocianina.
Por el contrario, un exceso de nitrógeno se manifiesta en un follaje abundante, de color verde oscuro con hojas de gran tamaño y un sistema radical muy reducido, algo nada deseable en bonsái. Entre otras cosas porque puede llegarse a la situación de que las raíces sean incapaces de aportar el agua necesaria por toda la masa de follaje desarrollado. La floración y fructificación también suele verse retardada si existe un exceso de nitrógeno.
Los suelos suelen presentar carencias de nitrógeno con una mayor frecuencia que de cualquier otro elemento. Buena parte del nitrógeno presente en el suelo se encuentra en forma de compuestos orgánicos poco aprovechables por la planta, es tarea de un cierto tipo de bacterias descomponer estos compuestos para liberar el nitrógeno en dos formas iónicas fácilmente asimilables por la planta: nitrato y amonio. Estas formas iónicas se absorben y utilizan de forma muy rápida, entre otras cosas porque se disuelven con relativa facilidad, pero también hay que tener en cuenta que son retenidas por el sustrato con una cierta dificultad por lo que los sucesivos riegos arrastran buena parte de ellos. De todas formas el nitrógeno de origen orgánico es el más indicado para su uso en bonsái ya que actúa con una mayor lentitud y permanece en el sustrato por mas tiempo.
El nitrógeno así obtenido nitrógeno se utiliza como materia prima en multitud de compuestos por lo que suelos pobres en este elemento provocarán un lento desarrollo general de la planta. Además se trata de una sustancia necesaria para que la planta pueda llegar a utilizar los fosfatos contenidos en el suelo, lo cual incrementa aun más su importancia.
Fósforo:
Un síntoma característico de la deficiencia de fósforo es el enanismo que presentan estas plantas, al mismo tiempo que las hojas presentan un color verde oscuro. También resulta factible la aparición de pigmentaciones rojizas por la acumulación de antocianinas. Las hojas más antiguas adquieren una coloración café antes de morir.
En general la falta de fósforo dificulta el crecimiento y la madurez de la planta. Se trata de un elemento presente en numerosas proteínas, especialmente en áreas de rápido crecimiento como por ejemplo las puntas de las raíces, yemas, frutos, etc.
Un exceso de fósforo acelera los procesos de maduración y hace que la raíz se desarrolle en una mayor proporción que la parte aérea.
Por importancia se trata del segundo elemento limitante, tras el nitrógeno, en los suelos. Se suele presentar en dos formas iónicas distintas que se absorben a velocidades, la proporción de cada una vendrá marcada por el PH del sustrato lo que en resumidas cuentas hace que en suelos ácidos su absorción sea más rápida que en otros de PH más básico.
Potasio:
Los síntomas de carencias de potasio aparecen antes en las hojas más antiguas, en forma de una ligera clorosis rodeando a zonas necrosadas de color oscuro. Esto es así ya que se trata de un elemento que se transporta desde zonas más antiguas, donde se acumula, hasta las zonas en crecimiento cuando surge la necesidad. Estas zonas necrosadas son porciones de tejido muerto que aparecen con una mayor frecuencia en las puntas y bordes de las hojas, y entre las nervaduras de éstas. Otro síntoma es la presencia de tallos débiles que resultan fácilmente dañados por la acción del viento o la lluvia. Una escasa producción de flores y frutos suele ser también sintomática.
Es la tercera deficiencia más común en los suelos detrás de las dos anteriores. El potasio es un elemento esencial en los procesos de respiración, fotosíntesis y división celular, además de ser uno de los elementos que ayudan a mantener la turgencia en la planta. Actúa de catalizador para que otros elementos puedan realizar sus trabajos, además de ser un elemento que ejerce un cierto control sobre el nitrógeno evitando crecimientos frondosos y blandos en exceso. También contribuye en la formación de clorofila.
Azufre:
Un síntoma típico de su falta es una clorosis general en la hoja, incluyendo venas, generalmente empezando por las más jóvenes. El sistema radical suele debilitarse bastante ante carencias de azufre.
Las hojas también pueden absorber azufre a través de los estomas en forma de dióxido de azufre en estado gaseoso. Este compuesto es un subproducto habitual de determinados tipos de combustión que resulta bastante contaminante, pues al ser absorbido inicia toda una serie de procesos químicos que acaban por inhibir la fotosíntesis y por destruir la clorofila. Aparece lo que comúnmente se denomina "Lluvia ácida".
A diferencia de los anteriores, las raíces toman solo las cantidades de azufre que necesitan dejando el resto para ser lavado por el agua de riego. En realidad suele ser poco frecuente encontrarnos con deficiencias de azufre ya que abunda en la mayoría de los suelos. Es un elemento que forma parte de gran cantidad de proteínas.
Magnesio:
El magnesio es uno de los elemento involucrados principalmente en la formación de moléculas de clorofila. Por lo que el primer síntoma que se produce en ausencia de magnesio es una clorosis en las hojas mas viejas, concretamente entre sus venas, ya que por motivos todavía no de demasiado claros las células situadas en los haces vasculares retienen la clorofila durante más tiempo.
Calcio:
Las carencias aparecen primero en los tejidos más jóvenes, tanto en raíces, tallos como hojas, en forma de tejidos retorcidos y deformados. Es un elemento muy importante en la formación de las paredes celulares, además de en la distribución de azúcares, responsable en buena medida de un vigoroso crecimiento de raíces y ápice. Actúa también como catalizador facilitando la disponibilidad de otros elementos como el fósforo y el potasio.
En la mayoría de suelos suelen existir cantidades suficientes de este elemento como para que no se produzcan carencias, aunque en suelos ácidos con abundantes lluvias o riegos puede llegar a ocurrir. Sobretodo si se usa agua osmotizada.
Hierro:
Las plantas con carencia de hierro presentan también una acusada clorosis entre las venas de la hoja, pero a diferencia de lo que ocurría con el magnesio esta clorosis aparece primero en las hojas más jóvenes. En caso de una grave deficiencia de hierro toda la hoja puede acabar amarilleando o incluso llegando a tomar una coloración blanquecina con amplias zonas necrosadas. En realidad lo que sucede es que las carencias de hierro inhiben la formación de clorofila, a pesar de que este no forma parte de la molécula de clorofila en sí.
Se trata de un elemento que en ocasiones se cataloga como macronutriente a pesar de que se requiere únicamente en cantidades muy reducidas. En suelos básicos, o incluso neutros en determinadas circunstancias, el hierro puede encontrarse bloqueado en el sustrato convirtiéndose en inaccesible para la planta que acabará desarrollando carencias. Excesos de fosfatos, metales pesados, mal drenaje e incluso exceso de riego pueden llevar a esta desafortunada situación.
Cloro:
A pesar de que es relativamente raro que se produzcan carencias de este elemento, pues el cloro se encuentra presente en agua y sustratos gracias a su gran solubilidad, e incluso es arrastrado por el viento, los síntomas de una falta de cloro son: escaso crecimiento, marchitamiento, aparición de zonas con clorosis y tejidos necrosados. Las raíces disminuyen su longitud al tiempo que se hacen más gruesas y en ocasiones las hojas pueden adquirir tonalidades marronosas.
El cloro es uno de esos elementos que la planta va a tomar en grandes cantidades, hasta cien veces más de lo que realmente necesita. Una de sus funciones principales es la oxidación del agua, es decir la ruptura de la molécula de agua llevada a cabo durante el proceso de fotosíntesis.
Manganeso:
A pesar de que no sea una carencia de las más frecuentes, algunos síntomas son manchas de tejido muerto y clorótico dispersas por la hoja.
Se trata de un catalizador de gran importancia para el metabolismo vegetal. Contribuye a la asimilación del dióxido de carbono y a la acción de diversos enzimas.
Boro:
Las carencias de este elemento no son nada habituales aunque en ocasiones se producen patologías relacionadas con la descomposición de tejidos internos. Los síntomas son de lo más variado dependiendo de la edad y la especie, pero tienen en común una falta de crecimiento general de toda la planta, aunque en ocasiones también puede producir anormalidades en el desarrollo.
Su función la verdad es que todavía no se ha determinado con precisión. Se absorbe casi siempre en forma de ácido bórico sin disociar y su distribución por los tejidos es algo lenta.
Zinc:
Su carencia con frecuencia se manifiesta en forma de hojas muy pequeñas, y una notable disminución en el desarrollo de los internudos. En ocasiones se produce una cierta clorosis que indica que el zinc toma parte en los procesos de formación de clorofila, o por lo menos impide su destrucción.
El zinc se absorbe muy a menudo en forma de quelatos de zinc. Se trata de otro catalizador en el metabolismo del planta siendo importante en los procesos de respiración. También es muy posible que participe en la formación de hormona de crecimiento, auxina, por lo que su falta sería la responsable del poco desarrollo de tallos e internudos. Al mismo tiempo el zinc forma parte de multitud de enzimas necesarias para el buen funcionamiento de la planta.
Cobre:
La falta de cobre se aprecia por unas hojas jóvenes de un verde oscuro, deformadas y arrugadas y en ocasiones con rastros de necrosis.
Se trata de un elemento que se necesita en cantidades muy pequeñas, así que es realmente raro encontrar deficiencias de cobre. A pesar de todo es una posibilidad a tener muy en cuenta incluso en plena naturaleza ya que, por ejemplo, muchos suelos en Australia son extremadamente pobres en cobre, además de otros micronutrientes como el zinc, el molibdeno, etc.. También es importante tener en cuenta que hay que ser muy cuidadoso con los aportes extra de cobre pues rápidamente pueden alcanzarse los niveles de toxicidad. En realidad el margen entre la carencia y la toxicidad por exceso es muy estrecho para este elemento. El cobre se encuentra presente en diversas enzimas y proteínas.
Molibdeno:
Los síntomas de su falta pueden ir de una clorosis en la parte de la hoja situada entre las venas de las hojas más viejas, o incluso en pleno tallo, avanzando hasta las hojas más jóvenes, hasta el desarrollo de hojas retorcidas y deformes.
Realmente se sabe muy poco sobre como es absorbido o como se procesa en el interior de las células de las plantas, quizá por el hecho de que sea un elemento utilizado en cantidades traza, es decir, en cantidades realmente minúsculas. Parece jugar un papel en los procesos relacionados con el nitrógeno. Es quizá el elemento necesitado en menor cantidad de todos los listados por lo que su carencia es algo realmente raro. A pesar de eso pueden llegarse a producir en suelos muy deficitarios en este elemento como son los australianos, al igual que pasaba con el cobre.
Níquel:
Se trata de un elemento esencial que forma parte de determinadas enzimas necesarias para evitar la excesiva acumulación de urea en los tejidos vegetales. Las extremas carencias de este elemento provocan una acumulación de urea tal que las puntas de las hojas llegan a necrosarse ya que la enzima encargada de su eliminación no puede formarse. Cultivando en ambientes muy pobres en níquel puede llevar a la situación de que las semillas se conviertan en no viables siendo incapaces de germinar.
La mejor forma de evitar problemas de carencias es evitarlas en la medida de lo posible. Para ello hay que empezar cuidando el sustrato en que se planta: su capacidad de drenaje, de intercambio iónico, su composición, etc. Seguidamente se debe cuidar también el agua de riego. Esta debe ser lo más pura posible, pues cualquier sustancia extraña que transporte se irá acumulando en el sustrato y puede llegar a dificultar la absorción de algunos elementos esenciales, aunque solo sea por el simple método de modificar las condiciones del sustrato. Y finalmente debe prestarse especial atención a aquellos elementos que se añadan deliberadamente al sustrato, ya sea en forma de abonos, ya sea en forma de complementos: los excesos pueden ser tanto o más problemáticos que las carencias.En general se suele recomendar el uso de abonos de origen orgánico ya que dado su forma de funcionamiento, deben ser descompuestos por bacterias, el aporte de elementos es pausado y muy variado. Se evitan así los riesgos de sobredosis o de carencias de aquellos elementos que no vayan incluidos en la fórmula del abono químico utilizado. También es cierto que en ocasiones es útil, o incluso recomendable, el uso de abonos químicos. Precisamente ante situaciones de carencias concretas puede ser una forma rápida de solventarlas, siempre que el abono contenga el elemento problemático, claro está. Además de proporcionar un elemento de control más sobre la planta, como por ejemplo los abonos libres de nitrógeno usados de cara al otoño. En cualquier caso siempre se debe ser muy cuidadoso con el uso de estos abonos químicos pues un error en la dosis puede resultar fatal para la planta. Y además hay que tener presente que uno puede cultivar perfectamente usando casi exclusivamente abonos orgánicos, mientras que no siempre es posible decir lo mismo de los químicos. Como casi siempre se debe buscar un compromiso. Un equilibrio.
En ocasiones pueden darse situaciones de carencia de uno o varios de estos elementos, pues es posible que no se encuentren en cantidad suficiente en el sustrato o que, por el motivo que sea, no resulten accesibles para la planta en ese momento. Las causas que pueden llevar a un elemento a no ser accesible para la planta son bastante variadas, pudiendo ir desde un PH inadecuado en el sustrato, hasta que la simple falta de otro elemento impida su correcta absorción.
En cualquier caso conviene estar siempre atento a los síntomas mostrados por la planta y actuar de inmediato aportando un extra del elemento problemático, o del conjunto de ellos, si no se desea poner en peligro el árbol.
Repasando la lista de elementos esenciales tomados del sustrato (los elementos obtenidos de la atmósfera no presentan estos inconvenientes pues siempre se encuentran disponibles), podemos clasificar las siguientes tipologías:
Nitrógeno:
El síntoma más evidente de una carencia de nitrógeno es una clorosis general por toda la planta, pero especialmente más acusada en las hojas viejas e inferiores. Por clorosis se entiende una falta de clorofila apreciable en unos tonos de verde mucho más claros en las hojas, llegando incluso a volverse completamente amarillas.
En los casos más graves las hojas amarillean para luego quemarse y caer. Las hojas jóvenes permanecen verdes más tiempo ya que todavía pueden obtener ciertas cantidades de nitrógeno procedentes de las hojas más viejas. También puede darse el caso en algunas especies de que aparezca una coloración púrpura como resultado de la acumulación de pigmentos de antocianina.
Por el contrario, un exceso de nitrógeno se manifiesta en un follaje abundante, de color verde oscuro con hojas de gran tamaño y un sistema radical muy reducido, algo nada deseable en bonsái. Entre otras cosas porque puede llegarse a la situación de que las raíces sean incapaces de aportar el agua necesaria por toda la masa de follaje desarrollado. La floración y fructificación también suele verse retardada si existe un exceso de nitrógeno.
Los suelos suelen presentar carencias de nitrógeno con una mayor frecuencia que de cualquier otro elemento. Buena parte del nitrógeno presente en el suelo se encuentra en forma de compuestos orgánicos poco aprovechables por la planta, es tarea de un cierto tipo de bacterias descomponer estos compuestos para liberar el nitrógeno en dos formas iónicas fácilmente asimilables por la planta: nitrato y amonio. Estas formas iónicas se absorben y utilizan de forma muy rápida, entre otras cosas porque se disuelven con relativa facilidad, pero también hay que tener en cuenta que son retenidas por el sustrato con una cierta dificultad por lo que los sucesivos riegos arrastran buena parte de ellos. De todas formas el nitrógeno de origen orgánico es el más indicado para su uso en bonsái ya que actúa con una mayor lentitud y permanece en el sustrato por mas tiempo.
El nitrógeno así obtenido nitrógeno se utiliza como materia prima en multitud de compuestos por lo que suelos pobres en este elemento provocarán un lento desarrollo general de la planta. Además se trata de una sustancia necesaria para que la planta pueda llegar a utilizar los fosfatos contenidos en el suelo, lo cual incrementa aun más su importancia.
Fósforo:
Un síntoma característico de la deficiencia de fósforo es el enanismo que presentan estas plantas, al mismo tiempo que las hojas presentan un color verde oscuro. También resulta factible la aparición de pigmentaciones rojizas por la acumulación de antocianinas. Las hojas más antiguas adquieren una coloración café antes de morir.
En general la falta de fósforo dificulta el crecimiento y la madurez de la planta. Se trata de un elemento presente en numerosas proteínas, especialmente en áreas de rápido crecimiento como por ejemplo las puntas de las raíces, yemas, frutos, etc.
Un exceso de fósforo acelera los procesos de maduración y hace que la raíz se desarrolle en una mayor proporción que la parte aérea.
Por importancia se trata del segundo elemento limitante, tras el nitrógeno, en los suelos. Se suele presentar en dos formas iónicas distintas que se absorben a velocidades, la proporción de cada una vendrá marcada por el PH del sustrato lo que en resumidas cuentas hace que en suelos ácidos su absorción sea más rápida que en otros de PH más básico.
Potasio:
Los síntomas de carencias de potasio aparecen antes en las hojas más antiguas, en forma de una ligera clorosis rodeando a zonas necrosadas de color oscuro. Esto es así ya que se trata de un elemento que se transporta desde zonas más antiguas, donde se acumula, hasta las zonas en crecimiento cuando surge la necesidad. Estas zonas necrosadas son porciones de tejido muerto que aparecen con una mayor frecuencia en las puntas y bordes de las hojas, y entre las nervaduras de éstas. Otro síntoma es la presencia de tallos débiles que resultan fácilmente dañados por la acción del viento o la lluvia. Una escasa producción de flores y frutos suele ser también sintomática.
Es la tercera deficiencia más común en los suelos detrás de las dos anteriores. El potasio es un elemento esencial en los procesos de respiración, fotosíntesis y división celular, además de ser uno de los elementos que ayudan a mantener la turgencia en la planta. Actúa de catalizador para que otros elementos puedan realizar sus trabajos, además de ser un elemento que ejerce un cierto control sobre el nitrógeno evitando crecimientos frondosos y blandos en exceso. También contribuye en la formación de clorofila.
Azufre:
Un síntoma típico de su falta es una clorosis general en la hoja, incluyendo venas, generalmente empezando por las más jóvenes. El sistema radical suele debilitarse bastante ante carencias de azufre.
Las hojas también pueden absorber azufre a través de los estomas en forma de dióxido de azufre en estado gaseoso. Este compuesto es un subproducto habitual de determinados tipos de combustión que resulta bastante contaminante, pues al ser absorbido inicia toda una serie de procesos químicos que acaban por inhibir la fotosíntesis y por destruir la clorofila. Aparece lo que comúnmente se denomina "Lluvia ácida".
A diferencia de los anteriores, las raíces toman solo las cantidades de azufre que necesitan dejando el resto para ser lavado por el agua de riego. En realidad suele ser poco frecuente encontrarnos con deficiencias de azufre ya que abunda en la mayoría de los suelos. Es un elemento que forma parte de gran cantidad de proteínas.
Magnesio:
El magnesio es uno de los elemento involucrados principalmente en la formación de moléculas de clorofila. Por lo que el primer síntoma que se produce en ausencia de magnesio es una clorosis en las hojas mas viejas, concretamente entre sus venas, ya que por motivos todavía no de demasiado claros las células situadas en los haces vasculares retienen la clorofila durante más tiempo.
Calcio:
Las carencias aparecen primero en los tejidos más jóvenes, tanto en raíces, tallos como hojas, en forma de tejidos retorcidos y deformados. Es un elemento muy importante en la formación de las paredes celulares, además de en la distribución de azúcares, responsable en buena medida de un vigoroso crecimiento de raíces y ápice. Actúa también como catalizador facilitando la disponibilidad de otros elementos como el fósforo y el potasio.
En la mayoría de suelos suelen existir cantidades suficientes de este elemento como para que no se produzcan carencias, aunque en suelos ácidos con abundantes lluvias o riegos puede llegar a ocurrir. Sobretodo si se usa agua osmotizada.
Hierro:
Las plantas con carencia de hierro presentan también una acusada clorosis entre las venas de la hoja, pero a diferencia de lo que ocurría con el magnesio esta clorosis aparece primero en las hojas más jóvenes. En caso de una grave deficiencia de hierro toda la hoja puede acabar amarilleando o incluso llegando a tomar una coloración blanquecina con amplias zonas necrosadas. En realidad lo que sucede es que las carencias de hierro inhiben la formación de clorofila, a pesar de que este no forma parte de la molécula de clorofila en sí.
Se trata de un elemento que en ocasiones se cataloga como macronutriente a pesar de que se requiere únicamente en cantidades muy reducidas. En suelos básicos, o incluso neutros en determinadas circunstancias, el hierro puede encontrarse bloqueado en el sustrato convirtiéndose en inaccesible para la planta que acabará desarrollando carencias. Excesos de fosfatos, metales pesados, mal drenaje e incluso exceso de riego pueden llevar a esta desafortunada situación.
Cloro:
A pesar de que es relativamente raro que se produzcan carencias de este elemento, pues el cloro se encuentra presente en agua y sustratos gracias a su gran solubilidad, e incluso es arrastrado por el viento, los síntomas de una falta de cloro son: escaso crecimiento, marchitamiento, aparición de zonas con clorosis y tejidos necrosados. Las raíces disminuyen su longitud al tiempo que se hacen más gruesas y en ocasiones las hojas pueden adquirir tonalidades marronosas.
El cloro es uno de esos elementos que la planta va a tomar en grandes cantidades, hasta cien veces más de lo que realmente necesita. Una de sus funciones principales es la oxidación del agua, es decir la ruptura de la molécula de agua llevada a cabo durante el proceso de fotosíntesis.
Manganeso:
A pesar de que no sea una carencia de las más frecuentes, algunos síntomas son manchas de tejido muerto y clorótico dispersas por la hoja.
Se trata de un catalizador de gran importancia para el metabolismo vegetal. Contribuye a la asimilación del dióxido de carbono y a la acción de diversos enzimas.
Boro:
Las carencias de este elemento no son nada habituales aunque en ocasiones se producen patologías relacionadas con la descomposición de tejidos internos. Los síntomas son de lo más variado dependiendo de la edad y la especie, pero tienen en común una falta de crecimiento general de toda la planta, aunque en ocasiones también puede producir anormalidades en el desarrollo.
Su función la verdad es que todavía no se ha determinado con precisión. Se absorbe casi siempre en forma de ácido bórico sin disociar y su distribución por los tejidos es algo lenta.
Zinc:
Su carencia con frecuencia se manifiesta en forma de hojas muy pequeñas, y una notable disminución en el desarrollo de los internudos. En ocasiones se produce una cierta clorosis que indica que el zinc toma parte en los procesos de formación de clorofila, o por lo menos impide su destrucción.
El zinc se absorbe muy a menudo en forma de quelatos de zinc. Se trata de otro catalizador en el metabolismo del planta siendo importante en los procesos de respiración. También es muy posible que participe en la formación de hormona de crecimiento, auxina, por lo que su falta sería la responsable del poco desarrollo de tallos e internudos. Al mismo tiempo el zinc forma parte de multitud de enzimas necesarias para el buen funcionamiento de la planta.
Cobre:
La falta de cobre se aprecia por unas hojas jóvenes de un verde oscuro, deformadas y arrugadas y en ocasiones con rastros de necrosis.
Se trata de un elemento que se necesita en cantidades muy pequeñas, así que es realmente raro encontrar deficiencias de cobre. A pesar de todo es una posibilidad a tener muy en cuenta incluso en plena naturaleza ya que, por ejemplo, muchos suelos en Australia son extremadamente pobres en cobre, además de otros micronutrientes como el zinc, el molibdeno, etc.. También es importante tener en cuenta que hay que ser muy cuidadoso con los aportes extra de cobre pues rápidamente pueden alcanzarse los niveles de toxicidad. En realidad el margen entre la carencia y la toxicidad por exceso es muy estrecho para este elemento. El cobre se encuentra presente en diversas enzimas y proteínas.
Molibdeno:
Los síntomas de su falta pueden ir de una clorosis en la parte de la hoja situada entre las venas de las hojas más viejas, o incluso en pleno tallo, avanzando hasta las hojas más jóvenes, hasta el desarrollo de hojas retorcidas y deformes.
Realmente se sabe muy poco sobre como es absorbido o como se procesa en el interior de las células de las plantas, quizá por el hecho de que sea un elemento utilizado en cantidades traza, es decir, en cantidades realmente minúsculas. Parece jugar un papel en los procesos relacionados con el nitrógeno. Es quizá el elemento necesitado en menor cantidad de todos los listados por lo que su carencia es algo realmente raro. A pesar de eso pueden llegarse a producir en suelos muy deficitarios en este elemento como son los australianos, al igual que pasaba con el cobre.
Níquel:
Se trata de un elemento esencial que forma parte de determinadas enzimas necesarias para evitar la excesiva acumulación de urea en los tejidos vegetales. Las extremas carencias de este elemento provocan una acumulación de urea tal que las puntas de las hojas llegan a necrosarse ya que la enzima encargada de su eliminación no puede formarse. Cultivando en ambientes muy pobres en níquel puede llevar a la situación de que las semillas se conviertan en no viables siendo incapaces de germinar.
La mejor forma de evitar problemas de carencias es evitarlas en la medida de lo posible. Para ello hay que empezar cuidando el sustrato en que se planta: su capacidad de drenaje, de intercambio iónico, su composición, etc. Seguidamente se debe cuidar también el agua de riego. Esta debe ser lo más pura posible, pues cualquier sustancia extraña que transporte se irá acumulando en el sustrato y puede llegar a dificultar la absorción de algunos elementos esenciales, aunque solo sea por el simple método de modificar las condiciones del sustrato. Y finalmente debe prestarse especial atención a aquellos elementos que se añadan deliberadamente al sustrato, ya sea en forma de abonos, ya sea en forma de complementos: los excesos pueden ser tanto o más problemáticos que las carencias.En general se suele recomendar el uso de abonos de origen orgánico ya que dado su forma de funcionamiento, deben ser descompuestos por bacterias, el aporte de elementos es pausado y muy variado. Se evitan así los riesgos de sobredosis o de carencias de aquellos elementos que no vayan incluidos en la fórmula del abono químico utilizado. También es cierto que en ocasiones es útil, o incluso recomendable, el uso de abonos químicos. Precisamente ante situaciones de carencias concretas puede ser una forma rápida de solventarlas, siempre que el abono contenga el elemento problemático, claro está. Además de proporcionar un elemento de control más sobre la planta, como por ejemplo los abonos libres de nitrógeno usados de cara al otoño. En cualquier caso siempre se debe ser muy cuidadoso con el uso de estos abonos químicos pues un error en la dosis puede resultar fatal para la planta. Y además hay que tener presente que uno puede cultivar perfectamente usando casi exclusivamente abonos orgánicos, mientras que no siempre es posible decir lo mismo de los químicos. Como casi siempre se debe buscar un compromiso. Un equilibrio.
Blogalaxia: bulbos+begonias+violetas rosas+miniaturas+modernas+silvestres paisajes+diseño jardines+alegrias flores+amarillys+nardos+orquideas tulipanes+gladiolos+plagas+enfermedades fresias+gladiolos britney spears Angelina+Jolie calendario Santa+Rita wanda+nara hierbas+aromaticas+lavanda hiedras Helechos+ cesped+nardos tunas herramientas+para+jardin arboles+coniferas+palmeras insecticidas+venenos ~ Technorati: bulbos+begonias+violetas rosas+miniaturas+modernas+silvestres paisajes+diseño jardines+alegrias flores+amarillys+nardos+orquideas tulipanes+gladiolos+plagas+enfermedades fresias+gladiolos britney spears Angelina+Jolie calendario Santa+Rita wanda+nara hierbas+aromaticas+lavanda hiedras Helechos+ cesped+nardos tunas herramientas+para+jardin arboles+coniferas+palmeras insecticidas+venenos ~ AgregaX: bulbos+begonias+violetas rosas+miniaturas+modernas+silvestres paisajes+diseño jardines+alegrias flores+amarillys+nardos+orquideas tulipanes+gladiolos+plagas+enfermedades fresias+gladiolos britney spears Angelina+Jolie calendario Santa+Rita wanda+nara hierbas+aromaticas+lavanda hiedras Helechos+ cesped+nardos tunas herramientas+para+jardin arboles+coniferas+palmeras insecticidas+venenos
miércoles, 13 de junio de 2012
Jardines LA PASIÓN DE ROUSSEAU POR LA BOTÁNICA
Jardines
Navegando por internet me acabo de enterar que Rousseau era un apasionado de la botánica a la que dedicó tiempo de estudios y trabajo. Siempre se saben cosas nuevas. El conocimiento de este hecho ha venido a cuento de la presentación del libro que Guy Ducourthial Doctor del Muséum National d'Histoire naturelle ha escrito sobre Rousseau y su interés botánico.
Apuntado queda en la lista de libros curiosos para leer.
Apuntado queda en la lista de libros curiosos para leer.
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Para más información sobre el libro ver reseña de la Editorial
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